lunes, 7 de abril de 2025

Daniel Noboa: El Presidente que Gobierna Como un Monarca y Hace Campaña Como un Delincuente

 Daniel Noboa: El Presidente que Gobierna Como un Monarca y Hace Campaña Como un Delincuente

Autor: Dragan Bukovički


No contento con haber llegado al poder por pura casualidad tras la muerte cruzada de Guillermo Lasso, Daniel Noboa insiste en comportarse como si las leyes ecuatorianas fueran meras sugerencias. Una vez más, el mandatario demuestra su absoluto desprecio por la democracia al hacer campaña electoral sin tomar la licencia obligatoria, violando flagrantemente la Constitución y burlando el principio básico de igualdad en una contienda electoral. Pero, ¿qué podemos esperar de un presidente que desde el primer día ha gobernado con un estilo autoritario, ignorando controles institucionales y tratando a su vicepresidenta como si fuera una empleada desechable?


La normativa electoral ecuatoriana no deja lugar a dudas: cualquier funcionario público que desee participar en elecciones debe solicitar licencia de su cargo para evitar el uso indebido de recursos estatales y garantizar condiciones equitativas. Sin embargo, Noboa, en su arrogancia, ha decidido que esas reglas no aplican para él. Mientras su contrincante, Luisa González, cumple con los requisitos legales, el presidente utiliza su investidura para hacer proselitismo político, aprovechando actos oficiales, cadenas nacionales y fondos públicos para promocionarse.


Este no es un error técnico, es un delito electoral. Y lo sabe. Pero como buen heredero de la oligarquía bananera ecuatoriana, cree que las normas son para los plebeyos, no para él.


Ante la obligación de dejar el poder temporalmente en manos de la vicepresidenta Verónica Abad, Noboa ha montado un espectáculo patético para evitarlo. Primero, intentó suspenderla con un proceso amañado por "abandono de funciones", pero los jueces –para su sorpresa– le recordaron que en Ecuador todavía existe algo llamado Estado de derecho. Luego, en un acto de puro autoritarismo, nombró a otros funcionarios como "presidentes interinos" cada vez que salía a hacer campaña, ignorando que la Constitución establece claramente que la vicepresidenta es la primera en la línea de sucesión.


¿Por tanto miedo a dejar el poder, aunque sea por unos días? La respuesta es obvia: Noboa sabe que Abad, a pesar de sus diferencias políticas, es una figura legítima y que su presencia en Carondelet, aunque sea temporal, le quitaría el control absoluto que tanto disfruta. Peor aún, teme que ella, al asumir, revele algún oscuro secreto de su administración.


Las acusaciones de Verónica Abad no son exageradas: lo que Noboa está haciendo es, en esencia, un autogolpe técnico. Al negarse a entregar el mando, al manipular las instituciones para marginar a su vicepresidenta y al usar recursos públicos para su campaña, está destruyendo los pilares de la democracia ecuatoriana.


Es el mismo patrón de siempre: los políticos corruptos, cuando se sienten acorralados, recurren a artimañas legales para mantenerse en el poder. Pero esta vez, Noboa ni siquiera se molesta en disimular. Su actitud es la de un monarca que cree que el país le pertenece.


Mientras tanto, el Consejo Nacional Electoral (CNE) y el Tribunal Contencioso Electoral (TCE) actúan con una pasividad cómplice. Ante violaciones tan evidentes, su silencio es un mensaje claro: la impunidad para el poder es la norma. Si no sancionan a Noboa, estarán avalando que futuros presidentes hagan lo mismo, convirtiendo a Ecuador en una república bananera donde las elecciones se ganan no con votos, sino con trampas.


La oposición, los medios independientes y la sociedad civil deben exigir acciones inmediatas. Si el CNE no actúa, ¿para qué existe? ¿Son simples títeres del régimen?


Daniel Noboa no es un presidente legítimo, es un usurpador de funciones. Su negativa a tomar licencia, su persecución a la vicepresidenta y su uso del Estado para campaña prueban que no cree en la democracia, sino en el poder por el poder mismo.


Ecuador merece elecciones justas, no un presidente que hace trampa. Si Noboa quiere ser candidato, que renuncie. Si quiere ser presidente, que compita en igualdad de condiciones. Pero esta farsa no puede continuar.


El pueblo ecuatoriano debe despertar antes de que sea demasiado tarde. Porque si hoy permite que Noboa viole la ley, mañana otro lo hará, y entonces la democracia será solo un recuerdo.

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