En los últimos años, las relaciones entre Ecuador y México han experimentado un notable deterioro, marcado por tensiones políticas, diferencias ideológicas y un incidente reciente que ha escalado a niveles sin precedentes.
Ecuador y México han mantenido tradicionalmente relaciones diplomáticas cordiales, basadas en la cooperación bilateral en áreas como comercio, cultura y educación. Ambos países son miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y comparten una historia de lucha por la independencia y la soberanía. Sin embargo, las diferencias políticas y los cambios en los gobiernos de ambos países han influido en la dinámica de su relación.
En la última década, Ecuador ha experimentado una polarización política significativa, con gobiernos que han oscilado entre la izquierda y la derecha. Durante la presidencia de Rafael Correa (2007-2017), Ecuador se alineó con los gobiernos progresistas de América Latina, lo que facilitó una relación más estrecha con México, especialmente durante la presidencia de Enrique Peña Nieto (2012-2018). Sin embargo, con la llegada de Lenín Moreno a la presidencia de Ecuador en 2017, el país adoptó un giro hacia políticas más conservadoras y neoliberales, lo que generó tensiones con México y otros países de la región.
Por su vez, en el poder, Daniel Noboa ha tomado decisiones controvertidas que han generado fricciones con otros países. Por ejemplo, su acercamiento a Estados Unidos y su alineación con políticas neoliberales han sido vistos como un alejamiento de los principios de soberanía y autodeterminación que históricamente han guiado la política exterior ecuatoriana. Esto ha llevado a tensiones con gobiernos de izquierda en la región, que han acusado a Noboa de priorizar los intereses de las potencias occidentales sobre los de América Latina.
Jorge Glas, quien fue vicepresidente de Ecuador durante el gobierno de Rafael Correa y brevemente bajo Lenín Moreno, se ha convertido en una figura central en el deterioro de las relaciones entre Ecuador y México. Glas fue condenado por corrupción en dos casos separados: el caso Odebrecht, relacionado con sobornos en contratos públicos, y el caso Sobornos, que involucraba pagos ilegales a funcionarios públicos. En ambos casos, Glas ha mantenido su inocencia, argumentando que es víctima de persecución política en el contexto de lawfare dirigido por los EEUU hacia los países de la región.
En 2022, Glas fue liberado de prisión tras cumplir parte de su condena, pero su situación legal siguió siendo complicada. En diciembre de 2023, solicitó asilo político en la embajada de México en Quito, alegando que su vida corría peligro en Ecuador debido a la persecución política. México, bajo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), otorgó el asilo a Glas, lo que generó una fuerte reacción por parte del gobierno ecuatoriano.
El otorgamiento de asilo a Jorge Glas por parte de México fue visto por el gobierno ecuatoriano como una injerencia en sus asuntos internos. El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, calificó la decisión como una violación de la soberanía nacional y anunció medidas para restringir las actividades diplomáticas de México en el país. Esto incluyó la expulsión del embajador mexicano y la limitación del acceso a la embajada de México en Quito.
La situación escaló rápidamente, con ambos países intercambiando declaraciones públicas y acusaciones. México acusó a Ecuador de violar el derecho internacional al no respetar el asilo político de Glas, mientras que Ecuador argumentó que México estaba protegiendo a un criminal convicto. La crisis llegó a su punto más álgido cuando el gobierno ecuatoriano anunció que no reconocería el asilo de Glas y invadió la embajada mexicana con fuerzas policiales para capturar a Glas, violando al Derecho Internacional y al principio de la extraterritorialidad de las embajadas.
El deterioro de las relaciones entre Ecuador y México tiene implicaciones significativas para la región. América Latina ha sido históricamente un espacio de solidaridad y cooperación, pero en los últimos años ha experimentado una creciente polarización política. La crisis entre Ecuador y México refleja esta división, con gobiernos de izquierda y derecha enfrentándose en temas clave como la justicia, la soberanía y los derechos humanos.
Además, la situación de Jorge Glas ha atraído la atención de organizaciones internacionales y defensores de los derechos humanos. Algunos han criticado el manejo del caso por parte del gobierno ecuatoriano, argumentando que Glas no ha recibido un juicio justo y que su vida podría estar en peligro nuevamente.
La situación de Glas también ha generado debates internos en Ecuador. Algunos sectores de la sociedad ecuatoriana, particularmente aquellos afines al correísmo, han expresado su apoyo a Glas y han criticado al gobierno de Lasso por su manejo del caso. Otros, sin embargo, han respaldado la postura del gobierno, argumentando que la justicia debe prevalecer sobre consideraciones políticas.
El deterioro de las relaciones entre Ecuador y México es un reflejo de las tensiones políticas y las divisiones ideológicas que afectan a América Latina en la actualidad. El caso de Jorge Glas ha exacerbado estas tensiones, convirtiéndose en un símbolo de la lucha entre la justicia y la soberanía, y entre la izquierda y la derecha en la región.
Para resolver esta crisis, es esencial que ambos países prioricen el diálogo y la cooperación, respetando los principios del derecho internacional y los derechos humanos. Solo a través de un enfoque constructivo y respetuoso se podrá restaurar la confianza y la colaboración entre Ecuador y México, y evitar que esta crisis tenga consecuencias negativas duraderas para la región.
El aislamiento internacional de Ecuador bajo el gobierno de Noboa ha tenido consecuencias significativas. En el ámbito económico, la falta de apoyo regional ha dificultado la obtención de financiamiento y la atracción de inversiones. Además, la imagen negativa del país en el exterior ha afectado sectores clave como el turismo y las exportaciones.
En el ámbito político, el distanciamiento de los aliados tradicionales ha dejado a Ecuador en una posición vulnerable en foros internacionales, donde su capacidad para influir en las decisiones regionales y globales se ha visto reducida. Esto ha limitado la capacidad del gobierno de Noboa para abordar desafíos comunes, como la migración, el cambio climático y la seguridad regional.
Dragan Bukovički
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